La cocina de Formentera combina los más antiguos sabores del Mediterráneo con las más atrevidas variaciones que ofrecen los numerosos establecimientos que con el paso del tiempo han fijado una determinada forma de cocinar más allá de la llamada cocina internacional, tan en boga durante más de una década, pero que ya forma parte de la historia.
Hoy los restaurantes han apostado por la calidad, incorporando en sus cartas nuevas propuestas en donde los productos autóctonos siempre están presentes. Entre ellos la base de la dieta local se ha basado en el pescado, las verduras, los cereales, las legumbres, el cordero, el cerdo.
Con esa base, Formentera ha forjado su propia gastronomía. El principio de la misma es su simplicidad en la elaboración y su calidad en los productos, especialmente pescados y mariscos que a diario captura la flota artesanal de pesca local, cuya base se encuentra en el puerto de la Savina.
Tradicionalmente los pescadores han secado el pescado para aprovecharlo, conservarlo y consumirlo todo el año. Hoy está práctica se ha convertido en un atractivo gastronómico y ha obtenido el aval «Arca del gusto», otorgado por la organización internacional Slow food. Los peces más utilizados para la elaboración de este típico pescado seco, ‘peix sec’, son:rayas, musolas y cazones. El proceso de transformación comienza por cortar el pescado, sin quitarle la piel, para dejarlo a continuación en salmuera durante una hora. Luego, los filetes de pescado se dejan secar al sol, colgado de una sabina seca que se llama ‘parrera’. Una vez seco se tuesta al fuego, se desmenuza y conserva en envases de vidrio con aceite de oliva.
La isla esconde otros productos como el vino, la miel, el queso, los higos, la sal y el licor de hierbas. En los últimos años el vino de la tierra de Formentera ha conseguido su reconocimiento de público gracias al trabajo realizado por la bodega Terramoll, en la Mola, y por la de es Cap de Barbaria, que producen una selecta gama de caldos que responden al desarrollo de la antigua viña autóctona de la isla, con la incorporación de variedades típicamente mediterráneas. El resultado son unos vinos intensos pero a la vez frescos.
Existe una numerosa cabaña bovina que se alimenta del cereal que se cultiva en los campos cercanos. El resultado es un cordero distinto en el sabor, en el que la cría natural está muy presente.
Otros frutos del campo muy presentes son los higos y las almendras que se combinan en platos de cocina y en una amplia gama de postres.
Entre los platos que forman parte de la identidad gastronómica está la ensalada payesa, elaborada con pescado seco; el frito de pulpo, el sofrito payés con carne y patatas; los calamares a la ‘bruta’, consistente en un sofrito en su tinta y el ‘bullit’ de pescado, a base de un guisado con patatas. Pero además, los arroces son cocinados en todas sus variedades, con maestría, y unos ingredientes a prueba de los paladares más exigentes son sin duda uno de los platos que más aceptación tiene.
Los pescados frescos en todas sus variedades están siempre presentes en las cartas de los restaurantes locales. Aquí la oferta depende muchas veces de la pesca del día anterior. De esa forma los cocineros se aseguran productos de primera calidad.
En cuanto a los mariscos, reina la langosta en todas sus posibles formas de ser cocinada y presentada.
Toda esta variedad gastronómica quedará, sin duda, como uno de los recuerdos más gratificantes en la memoria del visitante, que enriquecerá su recuerdo de Formentera con la sensación que han dejado estos platos y sabores.